domingo, 19 de abril de 2009

Contar una historia (... o el síntoma del Ministro)


Cosa extraña, asistí el otro día al lanzamiento de una novela. Y me sorprendió que uno de sus comentadores –otra cosa inusual: nada menos que un Ministro de Estado- la celebrara no por su aparente inteligencia, incomodidad y patetismo (no la he leído aún, sintetizo lo que se dijo ese día), sino por lo que no es: con firmeza, él explicó que esta novela, afortunadamente, no es una reflexión metatextual sobre las posibilidades o imposibilidades de la literatura. La aplaudió por “tener una historia” y acercarse así a una tradición literaria que vinculó, entre otras, a figuras como Stendhal (quien, debemos recordarlo, es autor de ese citadísimo aserto mal aprovechado por las estéticas realistas, de carácter evidentemente metatextual: “Una novela es un espejo que se pasea a lo largo de un camino”. Una cita a la que le guardo cariño, desde que leí 53 días, de Perec).
La idea del Ministro fue celebrada por la concurrencia. Por fin una novela que no se jacta de ser novela, una novela que no se jacta de ser literatura o escritura, una novela que descansa “en una historia”. Risas, bromas entre él y el autor, bromas entre él y el público, bromas entre el público y el público.
Pero el Ministro precisó algo más, todavía; explicó que algo había en aquella novela, no libre del todo de la plaga posmoderna: una reflexión metanarrativa, de todos modos, porque el protagonista, un director, no logra terminar su película. Y no supe cómo, pero la cosa paró en que reflexionar sobre las películas es menos pesado (o penoso) que escribir sobre novelas ausentes o presentes.
El Quijote, la primera novela moderna en nuestro idioma, entraña ya una de las reflexiones más poderosas sobre la consistencia y el ser de la(s) novela(s). ¿Por qué celebrar la ausencia (aparente) de este rasgo tan propio de la modernidad artística? ¿Literatura del agotamiento del agotamiento? ¿Reacción visceral frente a una inquietud instalada y reinante? ¿Acto aparentemente díscolo? ¿Un síntoma de algo más grande o algo por venir?
Probablemente mucho menos que todo eso.
Las novelas que van sobre novelas sí pueden tener una historia. No se trata de esto o lo otro. Por otra parte, las narraciones están como soldadas a los cuerpos y sujetos e incluso a las escrituras más herméticas (las historias saben cómo inmiscuirse). Por último, para que sirvan, las historias deben ser bien contadas. Y sobre este punto no sé si el Ministro habló lo suficiente, quizás yo no era el mejor público para escucharlo.
Cuando salí de ahí era de noche. Una buena noche de otoño. Aunque la calle invitaba a otras cosas, tuve tiempo, entre la conversación y los detalles de irse de cualquier lugar, para darle vueltas al asunto que desde ahora llamaré, sin lograr un diagnóstico que valga, “el síntoma del Ministro”.

6 comentarios:

  1. Hola Lorena:
    en la soledad del pensar, me quedó dando vueltas tu intención dialógica. Te cuento que en relación a lo de la calle passy, intenté referir y contrastar la cita de M. Serrano a mi comentario sobre lo de la diferenciación. No es que buscara promover esa crítica, todo lo contrario. Finalmente las voces salen de uno, pero de uno que se desdibuja.
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    Ahora, he elegido esta entrada por referir a un tema que me inquieta bastante: literatura que habla sobre la literatura. Así como lo cuentas, puedo incluso hasta estar de acuerdo con el ministro, pero eso sería bastante reduccionista, en el supuesto de la alta probabilidad de que para él la literatura se reduzca a la entretención.

    Luego, me llama la atención tu postura, en contraste con el cuadro elegido de Remedios Varo, "creación de las aves", en el cual el, digamos, "artista" (te cuento que me parece un cuadro bastante platónico), crea a partir de la luz que le viene de lo alto, a la que suma su propio arte, y materiales del mundo. A partir de aquí crea aves reales... que salen volando al mundo. En otras palabras, se trata de una creación viva, que sale de donde fue creada. Extrapolando el tema, es la conjunción radical que se plantea en ciertas estéticas, entre arte y vida, a lo que quisiera llegar. incluso veo esto en el quijote, que no sé si sea un buen ejemplo para defender novelas metalinguisticas, pues en él, si bien se plantea cierta discusión, hay un contenido que ciertamente desborda. Cito la bella canción de la ópera: "Con fe lo imposible soñar/
    al mal combatir sin temor/ triunfar sobre el miedo invencible,/ en pie soportar el dolor,/
    amar la pureza sin par,/ buscar la verdad del error,/ vivir con los brazos abiertos,/ creer en un mundo mejor."

    no critico hablar sobre literatura a la manera de Bolaño, pues en él, hay algo que escapa a eso, quizá en la misma imposibilidad de transcender, de mostrar la imposibilidad de que la literatura y los sueños que ella acarrea, se conviertan en un proyecto vivo. Pero luego, escrituras como las de Vila-Matas, sinceramente, no logro comprender hacia donde quieren volcarse en esa ensimismación, cual si la literatura pudiese ser, finalmente, una via autónoma, y no acaso, una manifestación más del mismo principio que se esconde en todas las cosas.

    Perdona lo largo.
    Saludos
    N.F.

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  2. Hola, Natalia:

    Me gusta que conversemos. Me has hecho ver algo que ni pensé en el cuadro de Remedios Varo. Y me gusta que te hayas fijado en su inserción, fue bastante deliberada. Lo miré desde otro punto de vista. Hace años leí un libro que me marcó bastante, porque ponía en palabras algo que yo veía en los textos pero que no había conceptualizado, el libro es "El relato especular", de Lucien Dällenbach, muy documentado y muy bien escrito, a mi modo de ver. Allí aborda el tema del texto dentro del texto, las relaciones especulares en la literatura. Y no sé si fue en el mismo libro, o si llegué a eso escribiendo algo relacionado con él, que llegué al verbo "especular". Ahora lo recuerdo mejor: fue escribiendo algo sobre un libro de Miquel de Palol, una novela, El jardín de los siete crepúsculos. El caso es que el verbo especular, tan empleado en el ámbito conceptual, se relaciona con el acto de observar el cielo utilizando un espejo. El espejo es una imagen que aparece a lo largo del texto de Dällenbach procurando acercarse a los distintos ámbitos en que se produce la construcción en abismo, incluso en la representación de la misma situación enunciativa.
    Lo que vi en el cuadro de Remedios Varo fue el acto de un autor(a) ave que por medio de un cristal (pensé en el espejo) reproduce aves. Vi cierta recursividad en la imagen. Una puesta en abismo (pensando además que se trata de una pintura que ilustra un acto de producción artística, no usaré la palabra creación por estar demasiado emparentada a las musas). Y sí me fijé en que las aves luego vuelan, y están vivas. Y ese detalle tiene que ver también con lo que quiero decir, y es que el tema, para mí -aunque puede parecerlo- no es que un texto tenga un prestigio especial por el hecho de reflexionar sobre sus propias condiciones de enunciación: puede funcionar, como puede no hacerlo. Y por eso me parecía extraño el comentario del ministro, como si el hecho de que esté ocurriendo con frecuencia, lo del texto en el texto, le restara calidad (o vida) a un relato. No es así. No tiene por qué ser así.
    El Quijote por supuesto desborda el tema, pero la metatextualidad es muy importante en esa novela. Borges cita en un ensayo el momento en que, en la segunda parte, el Quijote se refiere al libro del Quijote, como un momento de vértigo. Para mí lo fue, como es vertiginosa por distintos motivos el resto de la historia. Pero creo que es una novela que ilustra con bastante propiedad el problema, no sólo por eso, sino porque además se trata de una aparente traducción, porque Cervantes crea a Cide Hamete Benengeli, porque está el famoso diálogo en la biblioteca de Quijano (un extenso comentario sobre el sistema literario de su tiempo), porque se involucra a Ginés de Pasamonte en el texto (quien, como Cervantes, estuvo encarcelado; él escribió su vida y ha sido involucrado en la discusión sobre el Quijote apócrifo), y otros detalles.
    Por último, defiendo a Vila-Matas al menos en el libro al que aludí directamente en el comentario hecho en lacallepassy, sobre los bartlebys que se niegan a escribir, porque me parece que a partir de la ensimismación o bien de la negación, la carencia, la literatura como deseo o frustración, construye personajes e historias dolorosas, poéticas, vitales, en que se da la conjunción a la que aludes, de arte y vida. El peligro, claro, es que la literatura se aparte de los lectores, que ponga un tabique, que se alimente a sí misma, autónoma, como tú dices, y de espaldas a la sociedad en que se gesta. El drama de las vanguardias, que intentaban hacer un camino de vuelta o retorno hacia la vida, pero a partir de un lenguaje en extremo consolidado y especializado.
    En fin, son cuestiones que dan para mucho comentario. Perdona tú ahora lo muy largo de esta respuesta y ojalá nos sigamos viendo en estos espacios.
    Saludos,
    Lorena

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  3. Hola Lorena... ¿cómo estás?...

    Te agradezco responderme, clarificando además tu escrito.

    sobre el cuadro en cuestión... claro... era un cristal... diría específicamente un prisma, a través del cual la luz se descompone... (no quiero ser pedante, pero me he recordado nuevamente de la analogía y anagogía platónicas... y pese a la desconfianza que muestras con las musas -:)-, creo que es posible comprenderlas como metáfora... finalmente luego la cosa se clarifica... el verdadero creador o artista es el filósofo, el amante...). Cierta vez tuve la suerte y oportunidad de ver en directo algunos cuadros de remedios varo... recuerdo especialmente su tríptico, que muestra, en la primera imagen, a una serie de tejedoras hipnotizadas (tejedoras del manto terrestre). Pero hay una que se resiste a la hipnosis. En el segundo cuadro teje una trampa: a ella misma escapando junto a su amado. El tercer cuadro se llama La Huida y nos confirma que la trampa ha funcionado: vemos a la tejedora escapando junto a su amado. Se dirigen a una gruta.

    Mirar el cielo a través de un espejo, y luego volverlo a mirar por otro y así sucesivamente. hay textos que se van contrayendo en estas miradas, e igualmente parecieran empequeñecerse, no poder salir de ese juego de espejos. Reflexionar sobre el lenguaje muchas veces encierra estas trampas. Al cabo pareciera renunciarse a la verdadera capacidad de significar en pos de una llamada apertura que se vuelve implacable. Como ha ocurrido también con la deconstrucción, en la medida, me refiero, a que utilizada sin un sentido primordial que la sostenga o que la oriente, finalmente, pareciera que todo se lanzara en la desventura de la abstracción abierta a un plano ilimitado en el cual nada tiene sentido. Como si afán por la apertura se convirtiera en su peor limitante. Quiero decir Lorena, que originalmente estas cuestiones portaban una necesidad que hoy, como tendencia general, se ha perdido en pos de una forma vacía. Evidentemente que sabrás: la vieja diferencia entre vanguardia y neovanguardia; entre lo moderno y lo posmoderno, etc etc.

    Te cuento que como alumna tuve hace años un curso semestral dedicado exclusivamente al Quijote. En casos como los que citas éramos educados para decir: plano diegético, metadiegético, y ordenar cada plano en un nivel. Creo que hasta el día de hoy estaré en desacuerdo con esto. A eso me refería al decir que su contenido desborda. Arte y Vida. ¿el vértigo de Borges?

    gracias nuevamente

    te saluda

    Natalia

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  4. Qué interesante el comentario, Natalia. Voy comprendiendo mejor hacia dónde apuntas. Ahora, no concuerdo con la generalización: "originalmente estas cuestiones portaban una necesidad que hoy, como tendencia general, se ha perdido en pos de una forma vacía". Le daría más vueltas a esa lectura. No sé si es abarcable esa "tendencia general", cada vez me convence más la idea de que existen microclimas, pequeños ambientes, hablas, tribus, las voy hallando aquí mismo, en Internet, se perciben en el funcionamiento de pequeños grupos, no sé... no estaría tan segura de afirmar lo que propones, pero bueno, me parece que lo dices con bastante fundamento.
    Saludos y ojalá pudiera leer otras cosas tuyas.

    Lorena

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  5. Lorena:

    ¿cómo estás?

    ¿crees que quizás sea posible continuar este diálogo, a la manera de esas partidas de ajedrez, lentamente en el tiempo? De niña una vez jugué así con una cubana. Nos enviábamos la anotación de la jugada en cada correspondencia. Se llamaba Maigrelys Martínez, pero es otra historia. Aunque no en vano me he recordado de Cuba. En general, de los extremos entre totalitarismos, e individualismos. Parte de mi crítica, en relación a la apertura, tiene bastante que ver con ciertas cosas planteadas en la revista, en relación a la medida en que estos pequeños ambientes, microclimas y tribus que mencionas, son capaces de entenderse a si mismos, como parte integrante de una comunidad siempre mayor, cuestión que por cierto, en nada restaría sus propias diferencias, sino que tal vez, incluso, permitiría nutrirlas en un intercambio mucho más coordinado, rico y tolerante. Aplico esta reflexión también para áreas humanistas de conocimiento, cada día más autónomas, desvinculadas, como si cada una fuese hacia un lugar distinto. Siempre se me viene a la mente lo que en su idealismo decía este científico Stafford Beer, de poder entender a los territorios como cuerpos vivientes, como una planta decía, como una planta.


    te saluda

    Natalia

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  6. Hola, Natalia, me demoré en responder porque andaba viajando, pero ya estoy de vuelta. Me gusta mucho esa imagen del juego por correspondencia, parece el inicio de un cuento... y comparto la idea de superar los estancamientos disciplinarios.
    Un abrazo y bueno, en algún momento de mayor lucidez (todavía estoy un poco entre aquí y allá) procuro enviarte o responder una nueva movida.

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